Existen dos versiones acerca de cómo se escribió la saga de la Guerra de las Galaxias. Una, adoptada por el propio George Lucas como explicación de su obra, habla de un diseño original que abarcaría las seis partes conocidas. Dicho relato, bajo el nombre de «Diario de los Whills», estaba presente desde que Lucas escribió el Episodio IV («Una nueva esperanza») y sostiene que, en ese momento, el autor tenía una clara comprensión de las tramas y secuencias de los seis episodios. Sabía que los personajes centrales serían un padre y sus mellizos. Tambíen sabía que Darth Vader era Annakin Skywalker, padre de Luke. Sabía que Luke y Leia eran mellizos. Sabía que Obi-Wan Kenobi era responsable de las terribles heridas que pusieron a Darth Vader en su armadura mecánica. Sabía que, al final, Luke Skywalker redimiría a su padre rescatándolo del lado oscuro. Sabía que ese acto de redención sucedería al elegir Vader matar al Emperador Palpatine, un Lord Sith.
La otra versión, revelada por Chris Taylor en su libro How Star Wars conquered the Universe de Chris Taylor, se basa en casualidades y creaciones fortuitas antes que en un diseño original perfectamente sistematizado. A Lucas, por ejemplo, nunca se le había ocurrido que Darth Vader fuera el padre de Luke Skywalker. Fue cuando escribía el diálogo entre ambos en El Imperio contraataca (Episodio V) y el villano lo invita a Luke a unirse a él para gobernar el universo «como un padre y un hijo». Esta frase resonó en su cabeza y todas las preocupaciones que había creado en los personajes respecto del joven guerrero encontraron su explicación en que él no debía convertirse en lo mismo que su padre, porque Darth Vader verdaderamente lo era. Así fue como Darth se convirtío en el padre de Luke. Lo mismo sucedió con Luke y Leia. De algún modo había que aligerar la tensión sexual que se había desatado en el triángulo Han Solo-Leia-Luke y el mejor modo de neutralizar un elemento fue hacerlos gemelos, elemento que aparece en la trama un poco de la nada pero que rápidamente es naturalizado (al oirlo, la Princesa Leia, ésta afirma que «siempre lo había sabido»).
Este el punto de partida de las reflexiones de Cass R. Sunstein, prolífico profesor de Derecho Constitucional de Harvard y ex-asesor de Barack Obama, en su artículo «How Star Wars Illuminates Constitutional Law«. Su tesis es la siguiente: el Derecho Constitucional se escribe como relata Taylor pero se presenta como lo hace Lucas. El fenómeno lo podríamos llamar como la «negación de las casualidades», o sea, el desprecio por los factores arbitrarios o las carambolas que producen muchos de los resultados sociales que conocemos. Así, el momento «Yo soy tu padre» se repite incesamente en nuestra narrativa constitucional: un instante en el que se resignifica todo el pasado y el futuro se entiende como si nunca hubiera podido ser de otro modo. Esto se relaciona con algo que los retóricos del Derecho, especialmente Robert Ferguson en Judicial Opinion as Literary Genre, ya habían adelantado: los jueces legitiman sus decisiones naturalizándolas, narrando el derecho de un modo inevitable, como si no hubieran podido decidir de otro modo. Así, disfrazan su poder de decisión real y el Derecho continúa siendo ese mito omnicomprensivo que provee respuestas categóricas para la vida social.
Leamos el ejemplo de esta mecánica que relata don Sunstein, al referirse a la Libertad de Expresión y la publicidad comercial:
«Hasta 1976, la Corte Suprema no había establecido que la Primera Enmienda protegiera esa publicidad. En su propio momento «Yo soy tu Padre», la Corte decidió que en realidad ya lo había hecho, en una sentencia que invoca continuidad con una tradición que en realidad estaba revisando: «Empezamos con varios proposiciones que están ya establecidas o más allá de serias objeciones… Es justamente este tipo de elección, entre el peligro de suprimir información y el peligro de su mal uso si es de libre acceso, la que la Primera Enmienda hace por nosotros….» (Virginia State Board of Pharmacy v. Virginia Citizens Consumers Council, 425 US 748 (1976). Al decir esto, la Corte introduce una nueva perspectiva y requiere un nuevo entendimiento de lo que había hecho antes. Las palabras claves, y no verdaderamente ciertas -en realidad, falsas- son aquellas de que la elección es una «que la Primera Enmienda hace por nosotros» (no hace nada semejante).
Con la comparativamente reciente protección del discurso comercial en vista, podríamos intentar otra comprensión de nuestra tradición de libertad de expresión: el discurso político ha estado desde hace mucho en el centro de esa tradición, pero muy tarde en ese proceso (¡1976!), la Corte equivocadamente añadió la publicidad comercial, de un modo que comprometió y dañó esa tradición. La protección de esa publicidad fue un movimiento en falso, uno que erra en su encaje con el contexto y también erra en justificar lo que había pasado antes. Pero las cosas son más complicadas y el papel de la creatividad y de los giros es mucho más grande. Durante la abrumadora mayoría de la vida de la Constitución, a los gobiernos estatales y federales se les permitía castigar la expresión que consideraran peligrosa, aún cuando ese discurso no creara algún «peligro real y presente». Recién en los 60’s, y posiblemente aún después, los disidentes están en serio peligro si el Gobierno realmente quería castigarlos. La protección robusta dada hoy al discurso político es una creación de un breve (y tardío, y luminoso) momento en el tiempo, puntualizado por varios decisiones del tipo «Yo soy tu Padre», especialmente en 1964 (New York Times vs Sullivan) y 1969 (Brandenburg vs. Ohio).»
En suma, un artículo sumamente interesante, ágil y brevísimo para los estándares americanos (13 páginas). Usando un ejemplo de la creatividad artísticia, Sunstein ilumina los procederes del derecho constitucional y nos muestra sus entresijos justificatorios. Para pensar detenidamente en la forma en que razonamos y, también, en la forma en que escribimos sobre el derecho. Un excelente uso de la cultura popular.
Apenás terminé de redactar este pequeño apunte, Martín Oyhanarte me acercó vía Twitter- este video del commencement speech de Cass R. Sunstein a los alumnos de Penn Law, donde retoma los argumentos de este artículo
Foto: leg0fenris / Foter / CC BY-NC-ND