Corría el año 1920 en EE.UU. Economía de posguerra en recesión, huelgas todos los días. El presidente Wilson había sufrido un ACV, de modo que su esposa Edith heredó el ejercicio del poder. La oposición, de derecha, liderada por Harding, se perfilaba para ganar las próximas elecciones. Dada la acuciante situación, la jefa decidió darle espacio a la juventud. Un ascendente funcionario, J. E. Hoover, trajo un plan: librar una cacería de comunistas y anarquistas. El muchacho convenció a la jefa de que si bien su iniciativa era inútil para revertir los problemas reales, al menos movilizaría a la opinión pública. El Red Scare sería un relato útil para capear el fin de ciclo.
El Attorney General, A. Mitchell Palmer, puso en marcha, junto a Hoover, las “Palmer Raids”. El problema inesperado fue la Corte. Más precisamente, una disidencia magistral de Oliver W. Holmes. Su voto en «Abrams«, condenando la cacería de brujas, comenzó a replicarse en muchos juzgados federales, complicando la estrategia en curso y dando letra y música a la oposición. Esto dejaba expuesta a la jefa, amenazaba el éxito del relato y ponía en jaque la continuidad del proyecto.
En ese contexto, se produjo un encuentro entre Palmer y su vecino, un influyente miembro del partido Demócrata a cargo de los asuntos de Marina. Un tal Roosevelt. El destino quiso que se hicieran amigos. Se salvaron, juntos, de unas bombas que un anarquista les puso en la cuadra. Los dos eran soldados del partido. Su disgusto con Holmes por su voto en «Abrams» era parejo.
A continuación, se reproduce el diálogo que habrían tenido en la vereda, sobre el que no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas:
Palmer: Vengo de estar con la jefa. Está que trina con el Poder Judicial. Me pide que hagamos algo con Holmes, y tiene razón. Pero tengo reparos, porque el tipo es una institución.
FDR: Sí, pero no lo votó nadie ¡Justo ahora abandona el self-restraint! ¿Y si le hacemos un juicio político?
Palmer: ¿Te parece? ¿Con qué argumento?
FDR: Podemos plantear que es demasiado viejo. Siempre sostuve que el límite de edad para un juez federal tenía que ser 70 años. Éste ya tiene 81 años, y dice que hasta los 90 no para. ¡Nadie antes ocupó el cargo hasta los 90! Explicaremos que la expectativa de vida es de 53 años y que alguien de 81 seguramente es incapaz. Empezamos pidiendo exámenes y vemos. Los medios amigos nos van a ayudar a crear el clima.
Palmer: Pero no sabemos si efectivamente es incapaz. Nadie en la Corte se ha quejado de su edad. Y no conviene promover un juicio político «exploratorio», nos lo pedirían a todos ¿Tenés algún dato concreto?
FDR: Mirá, me dijo la gente de Hoover que no está yendo al tribunal. Está encerrado en el segundo piso de su casa, en un pequeño despacho tapado de libros. Se dice que allí lee los expedientes y redacta todas sus sentencias. Aunque no sabemos si lo hace él o su secretario, que está en la casa todo el día. No asoma ni por la ventana. No lee los diarios. Tiene ataques de pánico antes de tomar trenes. Su firma es temblorosa. Para mí, todo esto prueba que está muy viejo.
Palmer: Bueno, lo que decís puede ser cierto, pero no prueba que esté senil. No sé si sabías que la Corte sesiona en el Congreso y los Justices no tienen despacho propio. Es más, Holmes por lo menos aparece en los días de audiencia, mientras otros -amigos nuestros- se borran con licencias o viajes. No tenemos nada, pura especulación.
FDR: ¡Las audiencias! Quizás eso sí nos sirva. Si bien el viejo asiste, hay gente que dice que se duerme, o se la pasa distraído. Es más, Hoover le pinchó el correo, y parece que durante algunas presentaciones aburridas redacta cartas a su amiga lady Castletown que despacha desde el propio tribunal.
Palmer: No me gusta. Con ese criterio habría que limpiar medio Congreso. Sin ir más lejos, acordate que hace poco Washington Post pescó al vicepresidente haciendo las palabras cruzadas en medio de una sesión [Nota: el sudoku fue inventado recién a fines de los ’70]. Todo el planteo es resbaladizo y se nos puede volver en contra.
FDR: Ya está, tengo un plan B, ¡ampliamos la Corte! Mi idea es que la jefa pueda nombrar a un juez adicional por cada miembro de la Corte actual que pase la edad de 70 y medio. Con esto licuamos la influencia del viejo, y mandamos un fuerte mensaje de que los mayores de 70 se tendrían que ir jubilando. Tomamos la iniciativa, ganamos centralidad, nos llenamos de vacantes, no puede fallar. Es más, me pongo a redactar el proyecto de ley.
Palmer: Tampoco me cierra. Podemos amenazar con ampliar la Corte, pero no vamos a poder hacerlo a tiempo. Le estaríamos haciendo el juego a la derecha, que en el próximo turno presidencial sí va a llenar todas las vacantes. Quizás tu idea sirva otro día, no ahora. Busquemos por otro lado. ¿Viste algo de derecho comparado? ¿Qué hacen en Argentina en estos casos, que tienen una Constitución parecida a la nuestra?
FDR: Mirá, por lo que sé, la Corte argentina funciona desde 1863 y hasta ahora no la han tocado. Es más, hace unos años ganó un presidente de signo completamente opuesto al régimen anterior, y mantuvo a la Corte. Fallaron contra el gobierno algunas veces, y no hubo aprietes. Todos los jueces siguen en su cargo. Allí, a nadie se le ocurre ampliar el tribunal o hacer un juicio político por motivos partidarios. No sé si son serios o poco creativos.
Palmer: Y, mal no les va… Quizás debamos seguir su ejemplo y esperar. Como diría el General [nota: se refiere a Washington], hay que «desensillar hasta que aclare«. Archivemos el proyecto por ahora y yo trato de calmar a la jefa.
FDR: Ok. Pero por las dudas guardo la carpeta.
Martín, mis felicitaciones por el artículo. Este país es muy divertido… si le pasara a otro!
Muy bueno. Excelente no sólo por los conocimientos de la historia constitucional norteamericana sino por el fino humor literario que irónicamente nos señala nuestra realidad. Felicitaciones Prof. Oyhanarte.
Excelente comentario de Martín, gran profesor de derecho constitucional y mejor persona. Felicitaciones!
Excelente entrada, Martín. Mis felicitaciones por la pluma. Cualquier parecido con la realidad argentina es, por supuesto, pura coincidencia.
Brillante.
Sin desmerecer, el artículo que más me ha gustado.
Mis felicitaciones por la imaginación y los dotes literarios.
Tiembla Moliére!!!