Pobre Carlés. Estoy obligado a sentir empatía por este joven. Me parece una obligación de todos los treintañeros anónimos a quienes la primera hora de lectura de una tesis doctoral nos manda a soñar con escenarios donde nosotros somos los protagonistas de discursos magistrales o de votos que cerrarán discusiones legales con la elegancia de un sarcástico barrister inglés. Jurídicamente, Carlés equivale al pequeño Arturo mientras se dispone a sacar la espada clavada en la piedra. Es el sueño del alcanzapelotas que por una casualidad del destino lo mandan a ponerse la 10 titular, en un superclásico. “Pibe, chocó el micro que traía a los jugadores y tenemos que pedirte que juegues. Apurate que River ya salió a la cancha y no queremos darle el walk-over” ¿Alguién puede exigirle que haga uso de la autocrítica y se excuse para ocupar un cargo que pareciera quedarle inmenso? Evidentemente, él debe pensar, como todo joven, que está para grandes cosas.
Me lo imagino meditando en su fuero íntimo: “Si bien no tengo experiencia, tengo las ganas y la capacidad para aprender rápido. Además, las varas de los objetores son demasiado altas para nuestro ambiente. Irreales, inalcanzables y muy fuera de tono con lo que normalmente terminan eligiendo. A los Argentinos ni Messi los satisface. La vara que vale no es la de la oportunidad perdida sino la de los ejemplos recientes y la de los Ministros actuales. En este sentido, ¿por qué no me comparan con mi maestro Zaffaroni, que ha hecho de la “ausencia” un apostolado?»
Ingrato. Ingrato. Mejor me meto con Fayt y, como lo hizo Arslanian, justifico en su avanzada edad los pecados que entraña mi juventud e inexperiencia. Además se trata de un cuerpo colegiado, con lo cual no voy a tener espacio para maniobrar solo. Y si soy joven y fácilmente manipulable, pues seré tierra fértil tanto para quienes me propusieron como para quienes pueden oponerse. Seguro voy a ser un sujeto operable, probablemente por quien tenga más cerca, como mis eventuales colegas. Y la percepción que la gente tiene de la actual Corte es favorable. La objeción se cae de bruces, entonces, como también se cae aquella de que responderé a este Gobierno. ¿Acaso no garantizaría yo la independencia si el actual gobierno cambia de signo?
Por último, ¿de qué sirve el gran currículum, las probadas experiencias, el aplomo y demás cuestiones si un presidente me propone y el Congreso presta su acuerdo? Yo soy ajeno, hasta el momento en que me vea en funciones y en ese momento, tengo todas las garantías institucionales para probar lo que Karl Popper observó antes de fallecer: la mayoría somos buenos para juzgar una gestión pasada, pero se nos hace muy difícil evaluar, de antemano, quien podría garantizarla.
Yo no puedo atacarlo por no declinar el ofrecimiento. Es natural que se sienta mimado y que se ilusione, aún cuando el oficialismo pueda no tener los votos para su nombramiento y esto termine siendo, tan sólo, una operación política de la cual saldrá, cuanto menos, famoso. Pero que Carlés sueñe tampoco implica que deba apoyarlo y declinar las esperanzas de que la Corte tenga un candidato que prometa más. Pongamos a Popper en perspectiva, ya que si bien es verdad que todos podemos ser engañados y defraudados por quienes en algún momento elegimos, ello no nos excusa de estudiar bien los antecedentes para reducir el “salto de fe” que nos exige toda elección.
Carlés, tenés mi corazón pero ni loco tenés mi voto.
«… no tiene los pergaminos de un Lorenzetti….», Alta sutileza !!!!
Felicitaciones por el regreso. Los extrañábamos.
Hace poco escuchaba en un podcast una entrevista al más grande (Richard Posner). En un momento de esa entrevista, que habría que traducir completa, Posner habla sobre los Jueces de la Corte Suprema Americana y dice: «Hay cientos, tal vez miles de abogados más capaces que los 9 ministros». Después agrega que probablemente el académico promedio tenga más pergaminos y sea más inteligente que el juez promedio.
Porque la capacidad técnica es solo uno de los aspectos que se utilizan para evaluar a un juez, sobre todo si es un Juez de la Corte. Y ni siquiera es la más importante. En EEUU, dice Posner, vale más que sea de la raza, edad, sexo e ideología correctos que sus pergaminos.
Y esto nos lleva al candidato Carles. Obviamente no tiene los pergaminos de un Lorenzetti, pero me parece que tiene muchos más que los que tenía Nazareno.
Por eso me parece que centrarse en sus pergaminos es equivocado. Compite para un puesto político… por supuesto, sin conocer al candidato me parece que también ahí está corto.
Francisco, gracias por la cariñosa bienvenida. Yo creo que el que llega por lo general sabe y no es ningún improvisado. La mayoría de la gente a la que critico por deporte en este blog me da 50 vueltas, desde lo técnico como desde otros ángulos políticos y estratégicos. Dicho eso, en tren de elegir desde una góndola repleta de opciones (la paradoja de la elección), me parece que la capacidad técnica es un requisito sine qua non para ocupar algunos puestos, aún cuando esto tenga una componente político importante. Y no me parece que en nuestro ámbito pueda ser aplicable la opinión de Posner sobre el sistema americano de que haya miles mas capaces que los ministros. Dicho eso, la Constitución no exige nada más que una corta experiencia y no discrimina contra los jóvenes. No se si Carlés no tiene la capacidad para ser Ministro, pero me da la impresión que como primera opción es excéntrica y DEBE rechazarse.
Gracias de nuevo y al Vasco de Caballito por comentar también.
Hola Juan, muy buen texto. Comparto en buena medida. Creo que Carlés, si hubiera tenido algún margen de maniobra (cosa que dudo), debió haber pedido que lo enviaran a una cámara (quizás una de las cámaras de casación que, con efectos seguramente nefastos sobre el sistema judicial, creó el Congreso hace un par de años), para construir una trayectoria y más adelante quizás sí ser un «candidateable» a la Corte. De todos modos, y en su defensa, debe ser muy difícil decir que no a un ofrecimiento de ese tipo. No había hecho la lectura «insultante» de la nominación, pero puede ser entendida en clave de ninguneo, como señalás. Mi primera lectura fue que a Carlés lo estaban usando para hacer «la gran Reposo»: mandarlo al frente para que la oposición lo cascotee, pegándole por su juventud, su falta de antecedentes, etc., para después retirar el pliego y enviar el de un jurista militante de la causa pero «con años» y que no fuera pasible de las mismas objeciones, de modo tal que la oposición quedara en la incómoda posición de decir que no, básicamente, a todo candidato enviado por el kirchnerismo.
Gracias Seba, Me encanto la Gran Reposo (que no alude al paso de zaffa) sino a la táctica de mandarle a un cacheteable para desgastar al cacheteador. Todo puede brillar según con quién se lo compare, no? es como acomodar el auto atrás de uno al que el cana para seguro. La viveza criolla tiene mil facetas, todas posibles.
Me da la sensación de que un poquito de ambas cosas hubo en esa nominación: ninguneo y «Gran Reposo», sin entrar a juzgar los posibles méritos de Carlés. Además, la maniobra muestra a la Presidente «del lado de los jóvenes» y contra la corporación judicial, que aparece así profundamente conservadora y con tintes gerontocráticos. De lo contrario, en su bolsa de juristas nombres con más trayectoria (no vamos a discutir los méritos individuales de cada uno aquí y ahora) y afines a la causa, sobran. Uno puede pensar en un Barcesat, un Slokar, un R. G. Ferreyra, la misma Gils Carbó. Claro, difícilmente pasarían el test del Senado, justamente por aparecer como poco independientes. Pero tampoco parece que esta nominación que se intentó pueda correr mejor suerte. Eso lleva a pensar en ulteriores motivos para la elección, ¿no? Abrazo.
Antes que nada, felicitaciones por el regreso! Se sintió la ausencia.
Muy buena la nota Juan, tengo también un sentimiento encontrado respecto a Carlés. Me causa cierta empatía la edad pero creo que ni a palos alcanza para sostener la postulación. No tiene antecedentes profesionales relevantes, sea en la justicia, en el Poder Ejecutivo o en el ejercicio de la profesión. Y si bien esa carencia podría ser obviada si se tratara de un académico de fuste, claramente no es el caso -como bien lo remarcaron en el blog de Gargarella-.
Es plausible que se tratara de una mojada de oreja… Siendo que el candidato es un pollo de la escudería Zaffaroni, da la sensación que las cosas terminaron bastante mal en la Corte. Supongo que la influencia su principal valedor fue determinante para la postulación. A eso sumale que las declaraciones del juez de la patria hacía sus ex compañeros apenas concretada la renuncia fueron bastante condescendientes.