Linda Greenhouse es una célebre periodista estadounidense, que durante casi tres décadas cubrió la actividad de la Corte Suprema de Justicia para el New York Times. En ese rol ganó el Premio Pulitzer, obtuvo varios reconocimientos más y se jubiló en el 2008. Ahora, tiene una cátedra en Yale y despunta el vicio escribiendo columnas de opinión para el NYT, casi siempre sobre temas relacionados con el máximos tribunal americano. Hoy, por ejemplo, se despacha con una arenga a la Corte Suprema para que cambie su doctrina sobre las leyes que obligan a identificar a los votantes. Las «voter ID laws» son leyes que requieren alguna identificación para votar o para recibir una boleta para hacerlo. Chocolate por la noticia, dirán Uds., que enarbolan su DNI cada vez que las leyes argentinas los conminan a elegir a sus representantes (4 veces este año, por ejemplo). Pues bien, cambiando el objeto del dicho de Obelix, podríamos afirmar que «están locos estos americanos», ya que no solo estas normas son relativamente nuevas (no más de 50 años) sino que han comenzado a extenderse solamente en la última década y han generado una gran discusión política y jurídica. De ella se hace eco Greenhouse en su artículo, escrito en ocasión de la decisión que deberá tomar la Corte Suprema sobre si escucha o no, el próximo año, este caso que discute la Ley del Estado de Wisconsin, que obliga a los votantes a identificarse.
¿Cuáles son son los argumentos de las leyes? Qué el peligro del fraude hace necesaria una forma de identificación que garantice la identidad de los votantes. ¿Qué dicen los que se oponen? Esencialmente, que es una estrategia conservadora para mantener baja la participación de las minorías ya que no hay ningún peligro real de fraude electoral y si lo hubiera, su incidencia sería prácticamente insignificante. Las leyes de identificación de los votantes por foto son sumamente recientes y tuvieron un aliciente importante cuando la Corte Suprema declaró en 2008, en el caso Crawford v. Marion County Election Board, que la ley de Indiana que imponía ese requisito era constitucional. Un juez ilustre, Richard Posner, votó a favor de la ley como Juez de Circuito pero considera que se equivocó (¡sí, no escuchó mal, un juez puede cambiar de opinión y reconocerlo!). Sostuvo en su libro del 2013, Reflections on Judging, que falló al no ver la ley «como un medio de suprimir votantes antes que como una prevención del fraude». Ahora ha tenido la oportunidad de opinar de nuevo, a raíz de la ley de Wisconsin -una de las muchas que se sancionaron como consecuencia de la sentencia del 2008 (ver lista aquí)- que, por esas casualidades, entra en la competencia de su tribunal de apelación. Allí convocó a un plenario, que terminó empatado (y por tanto, no logró la revisión del fallo inicial que declaraba la constitucionalidad de la norma), pero en el que pudo expandir su pensamiento (aquí sus argumentos).
Artículo de Linda Greenhouse: The Supreme Court’s Identity Crisis on Voting Rights – NYTimes.com.
Foto: Dean Terry / Foter / CC BY-NC-ND