Todo sobre la corte

La cosa juzgada como objeto de debate político

By marzo 5, 2015junio 9th, 2020One Comment

Señalábamos ayer, en nuestra recorrida por las repercusiones que en la prensa había tenido el discurso de Apertura del Año Judicial, que uno de los puntos sobre los que los medios se habían detenido eran las expresiones de Lorenzetti respecto a la actuación de la Corte en la causa del atentado a la Embajada de Israel.  Lorenzetti dijo lo que la Corte había hecho, que esa sentencia estaba consentida por las partes y que, por lo tanto, era cosa juzgada. Raúl Kollman, de Página 12, afirmó en la tapa del periódico que eso no era así. Un ex-Ministro de la Corte, Augusto C. Belluscio, salió a respaldarlo y el actual y flamante Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, sopló un poco más en la hoguera. La Corte se vio en la necesidad de responder y sacó ayer, cerca del mediodía, este comunicado del Dr. Canevari a cargo de la Secretaría Penal de la Corte donde afirma que, en la causa, «está probada la materialidad de los hechos –cómo ocurrió el atentado- y también señalada la responsabilidad penal de sus autores. Es en esta línea que el Sr. Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación informó que ambas circunstancias (pilares de la investigación) han sido consentidas por las partes, y que sobre esa base firme se continúa con la pertinente investigación, para lo cual se ha solicitado la necesaria colaboración internacional». O sea, acompaño con este informe pero no me hagan decir que hubo «cosa juzgada».

Hoy, Pagina 12 y Tiempo Argentino, se hacen una panzada. El primero a través de una segunda nota de R. Kollman (Una causa que no era «cosa juzgada») y de una nota de opinión de Mario Wainfeld («La Justicia» puede fallar), que se centra en ese tema pero toca también otros puntos del discurso. Tiempo Argentino es, si se puede, aún más directo y titula La Corte desmintió a Lorenzetti y dijo que «continúa la investigación» por la Embajada». La Nación se limita a dar cuenta del entuerto titulando que la Corte aclaró que no se cerró una causa. Un documentado relato de los distintos momentos de la causa y de la discusión política al respecto puede verse en la nota de Matias Werner para Diario Judicial (Lorenzetti vs. Aníbal: ¿El atentado a la Embajada de Israel es cosa juzgada o no? ). Pero veamos ahora algunas de las opiniones vertidas:

Dice Mario Wainfeld en Página 12:

«El discurso de apertura del año judicial, pronunciado por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, deja mucha tela para cortar. Por lo que dijo, por lo que omitió y por una respuesta asombrosa que dio sobre la investigación del atentado contra la Embajada de Israel. Habló de “cosa juzgada” y caso cerrado.

Es un disparate, que fue recibido en triunfo por los editorialistas de los dos diarios de Papel Prensa, los de mayor tirada en la Argentina. Se llegó a decir, a puro clarín o en la platea de doctrina, que le dio una “lección de educación cívica” a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se divagó sobre la ignorancia de la mandataria. Pero el profe se equivocó, la supuesta lección era sanata.

Un comunicado capcioso, firmado ayer por el secretario penal del Tribunal, Esteban Canevari, rectificó al supremo en gran medida o mejor dicho en un aspecto esencial. La duda subsistente es si Canevari le enmendó la plana al presidente del Tribunal por orden de éste. Da toda la impresión, pero el modus operandi habilita dudas.

Si Lorenzetti aceptara con llaneza su error y convalidara el planteo de Canevari, le quedaría pendiente explicar en qué anda la investigación. O sea, responder en serio a Cristina Kirchner ahora que un funcionario de la Corte, con conocimiento del derecho penal, “confesó” que sigue abierta, “recalculando” el macanazo previo.»

Kollman, también en Página 12, cierra su racconto así:

«Como se ve, se trata de datos sueltos que no pudieron ser comprobados hasta el momento y no existe nada que cumpla con la idea de cosa juzgada: personas indagadas, llevadas a juicio, condenadas o absueltas por fallo firme. Lo que queda del expediente es todo lo contrario: que se sabe poco y nada; todo está por investigarse.»

Matías Werner, de Diario Judicial, recuerda que la Corte declaró en 2006 la causa seguía abierta y que tiene pendiente de resolver un pedido del Procurador Fiscal E. Casal:

«Pero ello no termina allí, la historia de Nasrim no culminó con el dictado del sobreseimiento de 1999, ya que en 2014, un dictamen del Procurador Fiscal, Eduardo Ezequiel Casal, dio cuenta de que la defensa oficial de la iraní, afectada por problemas psiquiátricos, solicitó nuevamente su desvinculación definitiva de la investigación, “amparándose en esta oportunidad no sólo en la ausencia de elementos de juicio que permitan vincularla al proceso con posterioridad al criterio expectante adoptado a su respecto, el 23 de diciembre de 1999”, sino también “en el extenso tiempo que se verifica esa situación desde que se adoptó dicho temperamento, en detrimento del derecho que tiene la imputada a obtener un pronunciamiento definitivo en un plazo razonable”, hacía más de 20 años que la mujer estaba sometida al proceso.

Casal razonó que, por el estado del proceso, no había impedimento para ordenar la desvinculación de Nasrim de la causa, aunque recordó que su respuesta fue negativa ante un mismo pedido, en abril de 2005. Esa decisión “se fundó en la existencia de medidas probatorias cuya producción se encontraba pendiente, así como en la necesidad de practicar otras que propuse en esa ocasión, que se relacionaban directamente con la nombrada”.

El cambio de criterio tuvo su razón en los resultados que arrojaron tales medidas, las que si bien no alcanzaron “a despejar aquel estado de incertidumbre, menos aún permitió determinar algún tipo de vinculación con el hecho”.

“En este contexto y de acuerdo con las pautas que resulta necesario evaluar en cada caso concreto según el criterio de la Corte en los precedentes que invoca la defensa en su presentación, no puede desconocerse el compromiso asumido por las autoridades judiciales tendientes a individualizar y castigar a los responsables del hecho, cuya transcendencia y complejidad se encuentra fuera de discusión. Tampoco se aprecia que los magistrados o las partes hayan llevado a cabo actos que hubieran provocado dilaciones indebidas, con entidad suficiente para generar un menoscabo de aquel derecho”, expresó Casal en su voto.

Por ende, “la ausencia de elementos de convicción durante el prolongado tiempo que lleva en trámite esta causa, que permitan siquiera presumir algún grado de participación de M en el suceso constituyen antecedentes relevan tés tener en cuenta a efectos de no prolongar sine die el estado de incertidumbre que padece, luego de haber transcurrido más de quince años desde que se ordenó su declaración indagatoria, el 4 de diciembre de 1998”. La jurisprudencia de la Corte respecto al plazo razonable para que un ciudadano sea sometido a proceso penal sirvió, para el procurador, como válvula de escape para que la imputada sea desligada del proceso.

El Máximo Tribunal todavía no resolvió el pedido.»

Este asunto parece lejos de estar cerrado y habrá que ver si daña la reputación de Lorenzetti, quien vivió su momento de gloria el martes pasado pero que está viendo como aquel se diluye rápidamente. La espectacularidad mediática no admite pausas y la necesidad de titulares tampoco, por lo que esa dinámica parece jugarle claramente en contra. Como dijo en su discurso, vivimos en una época de pluralidad social en la que los consensos son difíciles y los vetos fáciles.  Falto decirle cuan efímeros se tornan algunos momentos.

 

Foto: Patrick Brosset / Foter / CC BY-NC

Un comentario

  • La Bruja dice:

    Vivimos -paradójicamente dados los avances tecnológicos en sentido contrario- una actualidad signada por problemas de comunicación y precisión en el lenguaje. Para el ámbito del derecho esos problemas son cruciales y en la actividad de cualquier índole nos juegan, a todos, malas pasadas. Cosa juzgada debería querer decir, jurídica o procesalmente, una sola cosa, más allá de lo que el sentido común pueda decirnos de su significado. Veo a diario en el ejercicio de la profesión, como términos que cuando se decían en la facultad querían decir algo concreto que había que aprenderse minuciosamente, ahora se traducen en un sinfín de interpretaciones y posibilidades que hacen que pierdan su eficacia comunicacional y que entonces, al decirlos, los receptores estén recibiendo mensajes, incluso a veces, opuestos. Me vienen a la cabeza algunos del diálogo común como i) «cabresteo» -significa que soy dócil y me dejo llevar hacia donde me lleven
    o que, al revés, tironeo del bozal y no me gusta lo que me imponen?- o ii) «sin solución de continuidad» -es algo que se interrumpe intermitentemente o al revés, algo que sigue y sigue? (pregunten y verán que más de uno lo entiende al revés de ustedes) . Parece ser aquí que, nuestro Presidente de la Corte, fue preso del síndrome. Debería este «intríngulis» llamarnos a todos, a ser más precisos con lo que decimos, cuidando esa herramienta tan necesaria para la paz, la unidad y el intercambio de información que es el lenguaje. En casa, en el trabajo y ni que hablar, en los discursos.

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