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Discurso de inauguración del año judicial del Sr. Presidente de la Corte

By marzo 4, 2015junio 9th, 2020No Comments

Ha sido la semana del «vestido». Para algunos blanco y dorado. Para otros negro y azul. Una invitación a la prudencia, a atemperar nuestras más férreas convicciones. Esta claro que no vemos todos las cosas del mismo color. Ya leímos ayer que VTC vio el discurso en colores pasteles. Suaves. Tranquilos. Coincido. Contrastó con el discurso presidencial del domingo. Me gustó. Lo cuento de nuevo, como hacía con mis hijas. Había una vez una sala de audiencias colmada. Ministros serios y circunspectos. Asistentes ansiosos. Enorme expectativa por lo que el Presidente de la Corte iba a “contestar” a la presidenta de los argentinos que maltrató antes de ayer a los jueces y que los viene maltratando desde hace rato. Pero vimos a un Lorenzetti prudente, apacible, tranquilo; en su casa. Dando a todos una lección, una especie de clase magistral, de recordatorio y de afirmación de lo que la Corte Suprema es, para qué sirve y para qué están los jueces. Una actitud de espíritu, una gestualidad  y un tono de voz firme pero sereno, que procuraban transmitir contención, tranquilidad. Diferencias. Nada de crispaciones, nada de ataques. Un llamado al esfuerzo constante, al trabajo permanente, a la prudencia, a la mesura, pero también a la esperanza. Y, sobre todo, un llamado muy insistente a la cooperación y al diálogo constructivo interinstitucional. A la defensa de los principios y de los valores de la Constitución.  Dijo cosas fuertes y cruciales pero nunca en forma desafiante, tampoco de maestro de escuela, sino en pleno rol y ejercicio de cabeza de un poder del Estado. De un Poder que reclama reconocimiento y respeto.

Un político hábil sabe marcar las diferencias, elegir el tono, crear el ambiente. Antes de empezar a hablar mostró en una pantalla y con la sala a oscuras rostros de personas, de víctimas de las “tragedias argentinas”. Y destacó: “son personas, son tragedias, no son expedientes… tenemos la obligación y la responsabilidad de terminar con la impunidad, debemos terminar con esos procesos” “… No hagamos caso a las disputas de poderes, enfoquémonos en eso”, invitó. Las víctimas no esperan y no les importa que nos echemos la culpa unos a otros. Reclaman madurez, cooperación entre los poderes del Estado para solucionar sus problemas, esos que los hacen sufrir, reclaman justicia. Y cada poder del Estado debe cumplir con su rol, los jueces resolver los casos en tiempo, con imparcialidad y con justicia.

Llamó al diálogo interinstitucional y destacó algo evidente pero que ya parece extraño:  “no está mal que hablemos los tres poderes del Estado para poder cooperar. Es necesario”. Nombró algunos de los problemas que trae esa falta de diálogo (faltan jueces, tribunales que están saturados por esa carencia, causas demoradas). Cooperar también quiere decir ponerse de acuerdo en la investigación criminal. Si no hay capacidad para investigar no se puede encontrar a los culpables. Pedimos una policía científica, capacitada técnicamente y bien equipada, con expertos, con alta tecnología.

Cooperación en la etapa de ejecución de las sentencias. Respondió a la crítica presidencial por la investigación del atentado a la Embajada recordando que existe una sentencia de 1999 en donde la Corte probó el hecho y dijo quienes eran los autores: el grupo Hezbollah. Y lamentó que, desde entonces no recibe la cooperación necesaria del Ejecutivo para cumplir con las medidas que esa Corte dispuso en esa sentencia.

Dijo que podemos tener diferencias dentro del sistema judicial y fuera de él, pero en esto no pueda haberlas.

Se acercó con un mensaje a los ciudadanos:la Corte suprema está. Está para brindarles protección, seguridad frente a la incertidumbre, igualdad frente a la desigualdad” y, aseguró, eso “no va a cambiar”.

Dijo a los jueces “somos mejores de lo que parecemos, sólo deberíamos tener ideales mejores”.

Aclaró que por cierto que la CS tiene un proyecto de país. No es otro que el de la Constitución. Sus principios, sus valores que no impiden la acción del gobierno, que no lo detienen. Pero fijan un marco para la actividad del gobierno. Cualquiera que sea o esté. Llamó a los jueces a atarse al mástil (a los principios) como Ulises para resistir el canto de las sirenas.

Y luego de ello quiso mencionar “7 ú 8 de esos valores, de esos principios”

1.- El sistema democrático, que la CN adopta y que hay que preservar. No con el odio, el egoísmo y el miedo. Y advirtió “no toleraremos ninguna acción externa que ponga en riesgo el sistema democrático”. Hay que respetar a las instituciones, al gobierno, al Congreso y a la justicia.

2.- El sistema republicano, la división de poderes que tiene una importancia estratégica en el modelo de país. Afirmó que nuestro problema ES institucional y que la Corte lo ha dicho en sus fallos. La Corte fue progresista en sentencias, progresista en el sentido de la progresividad, del “crecimiento” de los derechos, de su expansión permanente. Pero la Corte es Republicana, porque así lo dice la Constitución. El control constitucional, la facultad (o más bien el deber) que los jueces tienen de declarar inconstitucionales las leyes es un beneficio para el pueblo. La contención de los abusos de los poderes del estado no es solo una “facultad” es un deber para los jueces de la República.

Poner límites es parte de la función judicial. Eso no significa sustituir la acción de gobierno. No es gobernar. Eso significa que no hay poderes ilimitados.

Respecto de la acusación de “partido judicial”, sin nombrarlo, dijo: no está mal que los jueces tengan ideas. Todos los sectores e ideologías están representados y eso es bueno. Pero no significa que cuando dicten sentencia sigan esos paradigmas, Deben ser imparciales, aplicar la norma de manera igual para todos. En eso se juega la credibilidad del Poder Judicial.

Siguió diciendo que el Poder Judicial requiere transformaciones profundas. Es un servicio que hay que mejorar, que hay que transformar, con más tecnología, con más jueces, con la agilización de los procesos. Pero deberán tenerse en cuenta las particularidades de cada fuero y de cada jurisdicción. No se puede hacer “una reforma judicial”. Reclamó “que nos consulten antes de proyectar las reformas”.

En otra parte del discurso que sonó a respuesta dijo: “todos defienden la independencia de los jueces cuando nos conviene (cuando las sentencias son favorables). Pero es bueno que las sentencias sean contrarias. Nadie puede enojarse por ello. Eso genera debate. Pero muchas veces no criticamos el argumento, sino que deslegitimamos al emisor. Y la falacia ad hominem no es una buena práctica. No es buena en el debate democrático. Por eso la Corte ha promovido el debate democrático, el intercambio.

Agregó que el Poder Judicial nunca va a ser “popular”. Y sería un error que los jueces buscaran la popularidad. El debido proceso fue un gran avance frente a los excesos de la justicia en la plaza. Eso es lo que consolida el prestigio, no las aprobaciones momentáneas.

3.- La C.N. adopta también el sistema federal. Habló de la importancia del federalismo fiscal, de la autonomía de los municipios, de la necesidad de un mínimo (de recursos) para las justicias provinciales y locales, que tengan una base común.

4.- Mencionó como fundamental la política de los derechos humanos. Que no es una política de uno sino de los tres poderes del Estado. La declaración de inconstitucionalidad de las leyes de amnistía integra el acervo de todos los argentinos. Felicitó a los jueces por el esfuerzo que les implica los jueces de lesa humanidad. Esas son parte de las cosas que nos atan y que no vamos a modificar, afirmó. Aclaró que la calificación de lesa humidad está aún abierta. Que la Corte no ha fijado posición todavía sobre otros supuestos que podrían serlo. Habló de la igualdad. Que debe basarse en derechos iguales, en igualdad de capacidades o posibilidades para todos, no en el asistencialismo de la emergencia. Dijo que no puede haber personas fuera del sistema, parias, personas sin futuro. Afirmó que no habrá igualdad mientras los chicos estén expuestos al narcotráfico. Recordó que en “Arriola” la Corte se refirió al narcotráfico, no al consumo. Reclamó “necesitamos a un PEN y al legislador para detenerlo, estamos a tiempo”.

5.- Dijo que la CN reconoce la ciudadanía del siglo XXI y referenció algunas normas del nuevo Código Civil y Comercial para caracterizarla, en la parte del discurso que me pareció menos vibrante y significativa.

6.- Afirmó que “otro lazo” de la CN (de aquellos que atan al mástil a Ulises) es la protección del ambiente. Cuestión que, sabemos, preocupa especialmente y apasiona a este Juez. Definió su afectación como “una tragedia que la ciudadanía vive”. Ejemplificó con inundaciones, fríos polares, calentamiento global. Llamó a enfrentar este problema central, lo que también requiere de los tres poderes del Estado; de una política de Estado y de una implementación clara de esas políticas para lograr algo que se puede lograr y que otros lograron: desarrollo con protección.

7.- La gobernabilidad fue otra de la cuestiones que abordó. Señaló que las instituciones del s. XXI fueron diseñadas en el s. XIX con teorías de los siglos XVII y XVIII. Y que eso, hoy, ya no funciona. ¿Problemas? La eficacia, se habla, se legisla, pero es difícil concretar. Criticó al “Estado espectáculo” que expone los problemas pero se muestra incapaz de transformar la realidad. Se exhibe paralizado, impotente, perplejo.

Hay que abrir la Justicia y todo el gobierno a la participación de la gente. La Corte lo hizo con los amicus curiae y con las audiencias públicas. Debe cambiarse el modelo concentrado (propio de reyes, de virreyes y de un presidencialismo exacerbado) por el descentralizado. Las sociedades ya no son homogéneas. Son complejas, multiculturales, dinámicas. El consenso es el resultado final de la contraposición de diferentes posturas.

8.- Finalmente, y en claro mensaje, quiso hacer una “breve” referencia a valores. Destaco el valor negativo de emociones como el odio, el miedo, el egoísmo la ambición y destacó (o los contrapuso con) emociones que hacen funcionar mejor a una sociedad, que promueven mejor sus valores colectivos: la confianza, la protección, la igualdad, la seguridad. Eso es lo que los ciudadanos esperan de TODOS los poderes. Esos valores son los que deben guiar nuestro accionar y no las peleas de vecinos. Porque así nació la CN. Llamó a los jueces (y a todos) “a estar a la altura de ese esfuerzo. A no defraudarlo con peleas menores. Tenemos para pelear en común por mucho de lo que nos une y no por lo que nos diferencia;  con la Patria como estandarte.

Seguramente con la imagen del 18F en su cabeza, llamó a los jueces a su vocación, la de hacer justicia, la de dar respuestas a la gente, que las espera. Dijo que todos se acuerdan de Ana Frank, la pequeña que luchó con principios y valores contra la monstruosa maquinaria nazi. Recordó a Mandela e insistió, para terminar: “les pido  que hagamos ese esfuerzo, que pensemos en esa responsabilidad”.

Aplausos generales. También, desde este ordenador. Lo vi incluso más blanco y dorado que la manera en que lo percibió Valentín. ¿Cuanto habrá influido en ello el juego de contrastes con el discurso de la presidente del 1 de marzo?

 

Foto: merrowmachine / Foter / CC BY-NC-ND

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