El título no alude a un hipotético partido entre el descendido Quilmes y el equipo del barrio de Belgrano que casi sube al Nacional B. Resume más bien el resultado del partido que jugaron los Defensores del pueblo de la ciudad y la provincia de Buenos Aires ante la Corte Suprema por la causa, más bien un largo campeonato, Mendoza. El Ombusdman porteño se presentó a la Corte para denunciar problemas en el proceso de ejecución de la sentencia, exigiéndole a la Corte que “reglara” mejor el procedimiento para desalojar y reasentar. Su coribereño y provinciano colega pidió participar como tercero interesado. La Corte mandó al primero a visitar Quilmes, afirmando que el diseño estructural de su sentencia no necesita de mayores precisiones. La Corte se jacta así de “…haber atribuido (…) la ejecución de la sentencia condenatoria al Juzgado Federal de Quilmes con un alcance integral…”. Aprovechó además para validar la plena confianza en el “…magistrado en ejercicio de los poderes delegados…”, señalándole al peticionante que si está en desacuerdo con resoluciones tomadas por su laborioso ejecutor, puede recurrir eventualmente al Tribunal “…mediante el sistema recursivo expresamente contemplado en la sentencia del 8 de julio de 2008 [considerando 20]”. Al segundo ombudsman, le fue peor. La Corte le dijo que llegó tarde a tomar el colectivo y, para que no se preocupara, le añadió que partió lleno y no precisamente de turistas. La sentencia se inscribe así en el esfuerzo cortesano por evitar que se caiga el yenga, o lo que es lo mismo, para concentrar todas las piezas en una misma columna. Lo hace además permitiendo que la sentencia dialogue con las preguntas sobre delegación existentes y que, por ejemplo, se formulaba Valentín en su último post de la saga (Con muñeca la Corte reencausa el Riachuelo). Hay delegación nomás, pero las decisiones de Armella no son sentencias cortesanas: el colectivo que va a Quilmes, puede eventualmente volver a Talcahuano.