Más o menos hasta la revolución de la comunicación que produjo Internet, la gente “de a pie” se convencía de algo «porque lo dijo el diario». No se cuestionaba profundamente –esa gente- por qué leer o no, cierto diario. Era la verdad. Al interior de los mismos medios, la prensa clásica también se manejaba en base a una concepción «objetivista». Desde la facultad nos machacaban con el impresionante valor de la objetividad como garantía de neutralidad del medio y secreto eterno, también, de nuestra credibilidad como periodistas. Te convencías de que si respondías las cinco preguntas básicas del periodismo, lo único que podías alcanzar era el verdadero y pleno sentido de la noticia.
Pero esta unicidad de significaciones se fue perdiendo, así como las concepciones inmaculadas sobre los diarios, y el rol del periodista también se fue desmitificando. La objetividad de la letra de molde dio lugar a fotos, colores, y también a recursos discursivos más cerca de la literatura, del humor o del lenguaje de uso cotidiano, como el -ya clásico- estilo de títulos de Página 12, muy bien aprendido por el agonizante Crítica de la Argentina. Pero mucho más, esta pérdida de “objetividad” tuvo que ver con la manifestación más frontal y desenmascarada por parte de los diarios de una determinada simpatía política. Los periodistas objetivos y rigurosos se transformaron en columnistas y se multiplicaron como hongos. No alcanza la semana para leer todas las columnas de periodistas -opinando, no informando- que se publican durante el fin de semana.
Como consecuencia, nos desayunamos con que el diario es subjetivo, al igual que sus escribidores, y que leer uno u otro implica adherir a la visión de la realidad que presenta y suscribir ese contrato de lectura. Hoy confesar qué diario se prefiere es permitir al otro que nos juzgue por portación de cara –de diarios. Pocos se dan el placer de saborear diariamente qué nos cuenta un diario y qué calla el otro. Es un juego de contrastes de lo más divertido.
Desde este momento, lector-de-un-solo-diario, Ud. puede dejar de esperar objetividad. Tome la parcialidad de la prensa como algo dado, como un dato de la realidad. Una vez reconciliados con las posturas subjetivas, ideológicamente dispares, políticamente ruidosas, de los diversos medios, podemos leer sin angustiarnos cómo los tres diarios que nos ocupan, mostraron algunos temas de la Corte en estos días.
Sobre las decisiones cortesanas respecto de la Ley de Medios y DNUs. Valentín hizo un interesante acercamiento a estas lecturas dispares de los diarios en un reciente post, por lo que no vamos a retomar este tema. Démosle tiempo a Righi.
Si nos limitamos a informarnos por lo que dicen las tapas de los diarios mientras esperamos el subte, el 20 de mayo necesitábamos leer la tapa de Página 12 para saber del Doble tropezón judicial de Clarín, perlita develada por Diario sobre diarios: por un lado, la decisión de la Corte Suprema de admitir el reclamo por la suspensión de la ley de medios; y, por otro, el rechazo de Casación a un recurso presentado por los hermanos Noble de Herrera. El diario La Nación, al igual que Clarín, excluye de la portada ambas novedades.
Otro ejemplo interesante es el de la judicialización del aborto no punible, tema que ya está en el seno del Máximo Tribunal. En estas semanas sólo Página 12 hizo un abordaje jurídico del asunto con el artículo Acceder a un derecho sin tener que pedir permiso. En la bajada hace un resumen: “La Legislatura chubutense sancionó una norma que permite el aborto en cualquier caso de violación o en situaciones de peligro para la salud de la mujer, sin necesidad de autorización judicial. La demora o reticencia profesional será sancionada”. No nos olvidemos que estos resúmenes no son como los que hacíamos en la secundaria, sino “bajada de línea”, como se dice en criollo. Pero por las dudas, para desestimar la posibilidad de que Clarín y La Nación no lo publicaron por falta de relevancia periodística, por Página nos enteramos que no sólo Chubut sino también Buenos Aires, Neuquén y Santa Fe tienen guías que fijan el procedimiento que se debe seguir en los centros de salud con mujeres que desean abortar. Es más, La Pampa había aprobado una norma similar a la de Chubut pero fue vetada. Esto fue objetado y ahora el caso está en la Corte Suprema. Flor de noticia!
El mismo día en que salió este artículo de Página 12, Clarín habló del asunto aborto pero como problemática social y de salud pública. Es un excelente artículo de Sibila Camps, con un muy buen título además, pero sigue poniendo la carga en la-madre-pobre-no-informada-con-embarazos-no-deseados (las ricas que se hacen un aborto no entran en las estadísticas porque se van a una clínica privada), no en los que deben o pueden ser parte de la solución de fondo de una problemática tan grave que sufre la mujer actual: los jueces, los ministros, los directores de hospitales, los educadores, etc.
El último artículo que encontré en La Nación sobre el tema es del 17 de abril pasado con La Justicia anuló un fallo que autorizó un aborto terapéutico. Puedo estar de acuerdo o no con este fallo judicial, pero lo cierto es que, al igual que Clarín, La Nación no acompañó a Página 12 en reinstalar en la agenda pública el debate legislativo sobre el asunto. Esto significa que, si sólo leí Clarín no me enteré de las movidas en varias legislaturas provinciales, o no recordé que el tema está en la Corte. Y si sólo leí La Nación, ni asomo del asunto. Pero vayamos por más: el fondo del asunto es, según mi opinión, que si no leí Página 12 no me sumé a la clara intención activista de Página 12 de instalar el tema del aborto en la agenda pública.
Cambiando de tema y siguiendo con el jolgorio del Bicentenario, está buenísimo leerse las posturas dispares sobre los Tedeums (¡existirá el plural? Siempre se hacen de a uno!!). Si sólo leímos Página 12 –con varios artículos sobre el tema pero donde el principal estuvo dedicado al de Luján, el de la Presidenta- no nos enteramos de que había sido invitado, pero no fue, la cabeza de uno de los tres poderes del Estado: el Presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti. Sin embargo, si sólo leímos Clarín, no sólo nos enteramos de que Lorenzetti fue invitado a Luján y no fue, al igual que Maqueda, sino que nos llevamos un plus:
Ricardo Lorenzetti -también en aquel palco apareado a Macri- dejó de encantar hace rato a la Presidenta, que insistió para encumbrarlo en la Corte Suprema. Habría que reparar en los máximos jueces. Ninguno de ellos asistió al Tedeum en Luján, al cual habían sido invitados. Los asientos de Lorenzetti y de Juan Carlos Maqueda quedaron vacíos y, para disimular esas ausencias, Aníbal Fernández, el jefe de Gabinete, se encargó de hacer una rápida redistribución de lugares. La tensión con la Corte viene de lejos. Pero escaló cuando el Tribunal resolvió la semana pasada establecer límites para los DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia). Esos límites, de modo objetivo, constituyeron un aval para los reclamos de la oposición en el Congreso.
Eso sí que es no disimular convicciones, valores e intereses.
Otra muestra es la del comunicado de la Asociación de Empresarios Argentinos (AEA), que aprovechó “el bi” para retomar ese temita que hace unas semanas desveló a Néstor Kirchner tras lo cual produjo un desparramo importante. Si sólo leemos Página, no nos enteramos que la AEA pidió diálogo y respeto desde sendos títulos en Clarín y La Nación del domingo 23 de mayo, el día de la semana en que más diarios impresos se lee. Claro que estos dos últimos no recordaron a sus lectores que forman parte de la AEA, lo que otorga al artículo un encuadre político que va más allá del puro diálogo y respeto que pide la entidad mencionada. Alguna vez hablaremos de a quienes realmente le hablan los diarios.
Podríamos afinar la lectura y analizar qué noticias los diarios sólo presentan en su versión digital y no bajan a papel (como Página con el último reclamo de la Corte por el caso Riachuelo). O cómo juega de manera diferente la jerarquización de las noticias en el formato impreso y en el digital de un mismo diario. Todo esto sigue siendo muy entretenido. Pero, retomando un concepto viejo pero que leí hace poco, escuchar todas las campanas no significa estar ante un periodismo más igualitario. Acceder a información es muy difícil para demasiados todavía. Eso no es divertido.