El pasado viernes 20, en El Estadista, Facundo Matos escribió sobre La Justicia en el escenario político. Citó a Gustavo Arballo (crack del teclado legal) y ha tenido la generosa idea de ponerme a jugar en la misma cancha. Así fue que le dije que, a mi criterio, la política existe y existió entre los jueces y funcionarios judiciales y que estos años han sido propicios, dado el contexto general, para que afloren y se hagan más visibles. La Política ha sido la banda de sonido de la última década. La mayor atención de los medios, consecuencia de ello y factor de retroalimentación, tiene a mi juicio la externalidad positiva de que las mayores miradas normalmente exigen un esfuerzo extra al sujeto que está bajo el microscopio. Serán tiempos de prueba y error respecto a la mayor exposición de los jueces y la justicia en los medios pero toda curva de aprendizaje tiende a aplanarse. Con el tiempo, habrá necesariamente un nuevo lenguaje y un nuevo perfil del juez moderno.
El artículo de Matos nos propone pensar si las divisiones emergentes entre «justicia legítima», los sectores más conservadores del poder judicial y todos los espacios que quepan en el medio y a los costados de estos dos, son efectivamente tan tajantes y han llegado para quedarse. Para Matos:
El próximo presidente heredará una Justicia politizada, divida en su interior, con un Consejo de la Magistratura paralizado y un porcentaje alto de jueces subrogantes ejerciendo el cargo sin haber sido designados conforme a lo establecido en la Constitución Nacional, es decir, propuestos por el Poder Ejecutivo y con acuerdo del Senado. Además, convivirá con una Justicia que contará con la misma percepción popular de generalizada ineficacia.
Es un escenario gris donde la luz la aportarían las percibidas deferencias que reciben, de parte del poder judicial, los gobiernos recién llegados mientras cuentan con un alto índice de popularidad. Veremos que pasa.
