Llueve y lloverá en Nueva York, y hace frío. Y mientras espero a mi familia para iniciar nuestra aventura del día, miro el USA TODAY que da cuenta, en portada y en página final, de dos sentencias de ayer de la Corte Suprema de las que vale la pena dar una pequeña noticia.
La primera lleva un título injusto: “High Court defends Internet threats”. Se trata del caso Elonis. El joven fue abandonado en 2008 por su esposa Tara quien se llevó a sus dos hijos. Desde entonces empezó una amarga y violenta zaga de publicaciones en Facebook de contenido amenazante contra ella, contra el jardín al que asisten los niños y todos sus directivos y empleados, contra la policía y hasta el FBI. Fue condenado varias veces por estas amenazas y fue a la cárcel 44 meses, tiempo que terminó de cumplir hace más de un año.
Lo que se discutió en la Corte es si una amenaza tiene que ser intencional (dolosa en términos clásicos) o si se puede de todos modos configurar el delito por tratarse de una manifestación a lo menos imprudente y porque causa o puede causar temor o espanto entre sus destinatarios o terceros que la leen en la web.
Nosotros discutimos esto desde hace mucho, y existe doctrina bastante clara y constante de que, más allá de las impresiones que los dichos, escritos o actitudes puedan causar en el otro (que son importantes, porque si nada causan o lo que provocan no es temor, no tendremos una amenaza) o que puedan causar en general (para el estándar de una persona razonable), debe acreditarse dolo en el autor, es decir conocimiento y voluntad de atemorizar (definimos amenaza como el augurio de un mal futuro).
Y eso fue lo que el Chief Justice Roberts, que escribió el voto mayoritario, decidió. “La responsabilidad criminal no surge solamente con la acreditación de un acto externo. Preciso es probar el estado mental del autor… La imprudencia o negligencia no son suficientes para fundar una condena por amenazas…”. Los jueces Thomas y Alito, en disidencia, consideraron que Elonis bien podía percibir la gravedad de las amenazas y la consecuencia atemorizante que sus posts podían tener sobre sus destinatarios, e igualmente actuó varias veces (sería nuestro dolo eventual). Fallo polémico, el público lo discute en los cafés.
La otra sentencia también polémica que publica el Usa Today y que escuché comentar en el café esta mañana fue en el caso Abercrombie & Fitch. Ya la comentó Valentín en este post, pero no quería dejar de darles mis sensaciones in situ. Samantha Elauf, que tenía entonces 17 años, fue a una entrevista de trabajo en esa conocida casa de moda y ropa en el 2008. Llevaba una hijab o bufanda cubriendo su cabeza a la manera musulmana. La Sra. Cook que la entrevistó dijo que no daba el estándar de la casa porque usaba ese hijab. Fue interesante escuchar por la televisión ayer por la noche la repetición entera de los argumentos orales del Fiscal y del defensor ante la Corte (la audiencia fue el 25 de febrero). ¡Cómo vapulearon los Jueces al segundo! Todos intervinieron, preguntaron, discutieron con él que se defendió como gato panza arriba. Su argumento central fue que Elauf fue rechazada porque usaba la head scarf, no por sus convicciones religiosas. Algo así como que no daba el perfil de empleado que la casa pretendía.
La sentencia salió 8 a 1 a favor de la Srta. Elauf a quien veo en el periódico en foto a media página junto a su madre en las escaleras de la Corte luciendo ambas, muy sonrientes, sus “head scarf”. El voto que consiguió la casi unanimidad fue escrito por el Juez Scalia. La única disidencia fue del Juez Thomas. La Corte dijo que un empleador no puede hacer de la religión ni de cualquier práctica religiosa de un empleado o de un aspirante a serlo, una cuestión relevante en las decisiones de empleo. Que se violó el título VII de la ley de derechos civiles de 1964 que prohíbe la discriminación en el empleo por cuestiones raciales, religiosas, sexuales o de país de nacimiento. Abercrombie anunció que ya revisó, hace tiempo, sus políticas de empleo. Qué país. ¡Qué sociedad! Me voy al Met. Saludos.
Foto: onesevenone / Foter / CC BY-NC-SA
Alex. estabas en el lugar justo en el momento justo. Abrzz. H M Lynch