Todo sobre la corte

Peces por la borda: ¿discusión bizantina en la Corte Suprema de EEUU?

By febrero 27, 2015junio 9th, 2020One Comment

La historia podría ser titulada así: la viveza criolla -encarnada por estadounidenses de pura cepa- se encuentra con el sistema penal americano. ¿Quien ganó? En este caso, la viveza criolla (pero por un pelo). El caso Yates vs United States, resuelto por la Corte Suprema de EE.UU. el pasado miércoles 25 de febrero, se origina cuando una patrulla de rutina abordó el barco pesquero de John Yates para chequear el cumplimiento de las leyes de pesca. Detectaron en ese momento que varios ejemplares de mero (72, para ser más precisos) medían menos de 50 cms., infringiendo así la normativa. Después de medirlos, los oficiales de la Florida Fish and Wildlife Conservation Commission le indicaron al capitán que pusiera los peces en un recipiente aparte y que los siguiera al puerto para proceder al decomiso. Durante el viaje, Yates, ni lerdo ni perezoso le ordenó a un miembro de la tripulación que tirara los peces por la borda y los reemplazara por otros de tamaño reglamentario. Ante las sospechas de los oficiales, unos de los tripulates confesó la trapisonda y ello dio origen a este proceso por impedir y/o entorpecer una investigación federal.

La norma a aplicar en el caso era un artículo de la Sarbanes-Oxley Act de 2002, una ley dictada como coletazo de los escándalos financieros de principios de milenio liderados por Enron. A Yates se le aplicó el numeral 1519:

[su_box title=»Texto 18 U.S.C. 1519″]Quien deliberadamente altere, destruya, mutile, oculte, encubra, falsifique o realice una falta entrada en cualquier registro, documento u objeto tangible con el objetivo de impedir, obstruir o influenciar la investigación o debida administración de cualquier asunto dentro de la jurisdicción de cualquier departamento o agencia de los Estados Unidos o cualquier caso bajo el titulo 11 o en relacion con cualquier materia o caso de ese tipo, será multado bajo este título, puesto en prisión por no más de 20 años, o ambos.[/su_box]

La norma, podemos adelantar antes de escuchar a los Justices, tiene dos notas destacadas: engloba una enorme cantidad de acciones y dispone una escala de punición amplísima, que va de la multa a la cárcel por 20 años.  ¿Dónde entran los peces en la descripción de este tipo penal? Deberían hacerlo en la categoría de [su_label]objeto tangible[/su_label], y eso es lo que van a discutir apasionadamente los miembros de la Corte americana.  Ello los va a llevar -en la disidencia de Kagan, que une cuatro voluntades- a una crítica de la política penal del Congreso de los EE. UU. Tenemos pues un combo que incluye análisis de textos legales y disputas sobre el sentido a darle a las expresiones comunes, una acalorada discusión entre los dos bandos de la Corte Suprema (que no obedece como en otras ocasiones a divisiones ideológicas: Ginsburg, Breyer y Sotomayor votan junto a Roberts y Alito en la mayoría) y una tirada de oreja al sistema punitivo.

Ruth Bader Ginsbur, a quien recordamos esta semana aquí, escribe el voto de mayoría y comienza con una nota semántica. «Por lo común, el uso de una palabra está de acuerdo con su definición en el diccionario. En el Derecho como en la vida, sin embargo, las mismas palabras, ubicadas en contextos diferentes, pueden significar cosas distintas». En concreto, para ella, un objeto tangible en el contexto del art. 1519 es un objeto usado para registrar o preservar información. No un pez. Para Kagan, liderando la disidencia, un objeto tangible es un objeto que es palpable, tangible y cita en su apoyo -de un modo que los jueces americanos ejercitan con suma gracia- a Dr. Seuss (un símil María Elena Walsh americano) en su libro «Un pez, dos peces, Pez rojo, Pez azul«. La discusión semántica se desarrolla en una serie de argumentos interpretativos, que hacen mayormente referencia al lugar que la expresión tiene en la ley y que sintetizamos en este pequeño cuadro (mayoría, a la derecha). La disidencia, a diferencia de lo que sucede en nuestro máximo Tribunal, no es para nada condescendiente con la mayoría sino que desmenuza su desarrollo y lo crítica expresamente, como vemos en la segunda columna.

[su_row] [su_column size=»1/2″]1.- El título de la sección legal -Destrucción, alteración o falsificación de registros en investigaciones federales y quiebras» no brinda ninguna sugerencia de que la sección prohiba el despojo de alguna o todas las evidencias físicas.[/su_column] [su_column size=»1/2″] 1′.- No es buen criterio de interpretación comenzar por el título de una sección porque este está para situar y enmarcar las normas, pero no para prevalecer sobre los claros términos de la misma.[/su_column] [/su_row] [su_row] [su_column size=»1/2″] 2.- El Congreso ubicó la disposición al final del Capítulo 73 siguiendo así, inmediatamente, provisiones especializadas destinadas al fraude corporativo y a las auditorias financieras.[/su_column] [su_column size=»1/2″] 2′.- La norma está en ese lugar del capítulo (Obstrucción de Justicia) por un criterio cronólogico. Tiene sentido, además, porque es una norma general y residual, que complementa las previsiones especiales anteriores.[/su_column] [/su_row] [su_row] [su_column size=»1/2″] 3. La disposición 1512 de la Sarbanes-Oxley Act tiene la misma frase que la 1519, en referencia a un «objeto tangible». Si la segunda incluyese todos los objetos tangibles, sería redundante respecto de la primera.[/su_column] [su_column size=»1/2″] 3′.- La minoría opina que la segunda funciona como categoría residual, más abarcativa que la primera y ejemplifica que la redundancia es común en los textos legales. [/su_column] [/su_row] [su_row] [su_column size=»1/2″] 4. «Objeto tangible» está al final de una frase que comienza con «falsifique o realice una falsa entrada en cualquier registro y documento…» por lo que debe entenderse que no es cualquier objeto tangible sino una subespecie destinad a registrar o preservar información.[/su_column] [su_column size=»1/2″] 4′.- Esa regla interpretativa es usada por la Corte para resolver ambiguedades en el texto legal, no para crearlas. La mayoría entiende que se refiere a objetos que preservan información, pero en realidad son objetos destinados a brindarla. Como los peces del caso.[/su_column] [/su_row] [su_row] [su_column size=»1/2″] 5.- Se aplica la «rule of lenity», que expresa que en caso de ambiguedad en la interpretación de la ley penal esta debe correr a favor del acusado.[/su_column] [su_column size=»1/2″] 5′.- Esta regla solo se aplica cuando «después de utilizar todos los instrumentos de interpretación legítimos, persiste una duda razonable respecto de si el Congreso ha hecho de la conducta del acusado un delito federal». Esa duda no existe aquí.[/su_column] [/su_row]

Páginas y páginas de sesudos recovecos linguísticos no deben hacernos perder el norte que guía a los jueces para dictar esta sentencia. La mayoría, por ejemplo, al relatar los hechos destaca que de los 72 peces medidos, casi todos medían a lo sumo entre 2 y 3 cms menos que lo permitido y solamente tres meros tenían 4 cms faltantes. Ello habla de un rigor en la aplicación de la normativa que parece haber tenido incidencia en la interpretación de la norma a aplicar. Kagan, al escribir la disidencia, señala al elefante que está en el cuarto y se pregunta: ¿qué factor explica el voto de la mayoría? Y se contesta que es la «sobre-criminalización y la excesiva punición del US Code». Y a pesar de que considera la solución mayoritaria exagerada -la sentencia de Yates había sido de solo 30 días- coincide en que «es una mala ley -muy amplia e indiferenciada-, con máximos muy altos  que le dan a los fiscales mucha ventaja y a los sentenciantes demasiada discrecionalidad.» Sin embargo, dura lex sed lex.  Si los jueces disienten con el Congreso pueden decirlo en sus conferencias y libros, pero «no están habilitados a reemplazar las leyes que el Congreso dictó con una alternativa propia».

Sintetizando: un caso sumamente interesante en su riqueza y profundidad. Desde el punto de vista de la técnica de interpretación legal, creo que todas la variables posibles para leer una norma están expresadas en ambos votos y, en los dos casos, con brillantez.  Pero lo que todo esto deja claro es la instrumentalidad que estas técnicas parecen adquirir de cara a la solución «justa» del caso y a la visión que quieren transmitir los jueces respecto de una cuestión de política pública. Así, la mayoría no necesita hacerlo expresamente pues su sentencia recorta el alcance de la norma. La minoría obedece literalmente y por ello se ve en la obligación de aclarar que ello no signifique que se halle de acuerdo con lo que tiene que aplicar. Entre las posturas, un ejemplo de diálogo judicial productivo, formativo del lector y de la opinión pública, con razones que se esgrimen en profundidad y sin deferencias sentimentales hacia el adversario intelectual. El compromiso es con el Derecho y con la comunidad a la que le hablan. Para meditar.

 

La crónica del caso en el New York Times: In Overturning Conviction, Supreme Court Says Fish Are Not Always Tangible – NYTimes.com.

 

Foto: Florida Keys–Public Libraries / Foter /CC BY

Un comentario

  • djch dice:

    Muy buena la nota, resulta interesante también como Kagan habla en «plain English» y gasta a la mayoría «But its fishing expedition comes up empty» en vez de utilizar ese español vetusto y curialesco y referirse com distinguido o dilecto, etc. Se puede ser serio y profundo sin ser solemne o retorcido

Dejar una respuesta