La semana que pasó giró sobre dos o tres temas de los medios sobre la Corte Suprema (y una perlita que guardamos para el final): la avanzada edad de los jueces y el reclamo por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual No. 26.522, conocida como “ley de medios”. Ya sobre el fin de semana, la agenda volvió a la variedad y a la calma, hablando sobre algún fallo de la Corte (Telecom) o tomándola como referente (aborto, ley del impuesto al cheque).
La crítica a la permanencia en sus puestos de jueces de edad avanzada comenzó el lunes por la mañana –cuando todavía estaba “en el aire” la propuesta de tomar exámenes a los jueces cada cuatro años- con declaraciones del diputado kirchnerista Carlos Kunkel en Radio Del Plata. Kunkel, que tampoco es tan joven -nació en 1945- es uno de los consejeros del Consejo de la Magistratura, en representación de la Cámara de Diputados, lo que se supone le otorga más autoridad para hablar del tema. De hecho, trató de diluir la crítica directa al juez de la Corte Carlos Fayt, que tiene 92 años, hablando también de otros jueces: «Descubrí que hay unos 15 magistrados que tienen 75 años y no se jubilan. Está en tratamiento del Consejo de la Magistratura. No cumplen la ley».
Ese lunes a la tardecita Clarín lo levantó en su versión online ya planteando desde el título, Dura carga del kirchnerismo contra la Corte Suprema, una especie de ofensiva total del oficialismo y la mismísima Presidenta (su supone que es la Primera Kirchnerista). El diario La Nación no lo sacó el lunes en últimas noticias pero sí se hizo el festín el martes, al igual que Clarín, desde la tapa de la versión impresa hasta actualizaciones de su versión digital. Un claro ejemplo de cómo entre los medios suelen armarse las agendas unos a otros. Si bien La Nación todavía tematizó fuertemente el martes sobre el proyecto de tomar exámenes a los jueces, “coronó” su análisis de este y otros hostigamientos al poder judicial con el artículo de Adrián Ventura La presión sobre la Justicia, implacable.
Por su parte, Clarín usó casi toda la tapa del martes para instalar el asunto: Recrudece el ataque kirchnerista contra los jueces y la Corte Suprema. Da cuenta desde el título de que las declaraciones de Kunkel no sólo representarían a todo el gobierno y sus seguidores sino que se trataría de una escalada más de un enfrentamiento de grandes dimensiones. En su versión online siguió con la tónica, pero ya circunscribiendo el objetivo de esta estocada a algo así como lo quieren sacar a Fayt (El kirchnerismo redobla el ataque contra el juez de la Corte Carlos Fayt).
Recién el miércoles salió el diario Página 12 a hablar del asunto. Se diría que tímidamente con un artículo de Irina Hauser, pero que sin embargo logró sacar la discusión de la lógica polarizadora de los otros medios (y tan frecuentemente adoptada también por Página) y tal vez del propio Kunkel, diciendo algo así como oigan, este tema de la edad sí es importante, hay que discutirlo, pero fíjense el contexto en el que estamos, donde cualquier cosa que se diga inclina la balanza hacia uno u otro lado de la polarización. También recordó que Fayt no es el único longevo en la Corte, Petracchi este año pasará el límite de los 75 años.
A todo esto, ¿qué dijo la Corte? Según J. Morales Solá en La Nación los jueces de la Corte Suprema andan por la vida con un humor de perros frente a la ofensiva del oficialismo pero parece que trataron de disimularlo restándole públicamente importancia al asunto: «tenemos otras cosas de qué ocuparnos», «estamos unidos». Ante la pregunta “¿La tensión entre poderes llegó demasiado lejos?” que le hizo el martes Paz Rodriguez Niel, de La Nación, a Lorenzetti, éste contestó “Es normal que exista tensión”. Por su parte, Silvana Boschi en Clarín argumentó fuertemente sobre El alto tribunal y su intento de mantener distancia. De dicho artículo remarcamos la tesis de uno de los cortesanos: «La Corte no gobierna, la Corte pone límites -recordó a Clarín uno de los jueces-. Lo que ocurre es que hay una notable incapacidad, tanto del Gobierno como de la oposición, para poner esos límites. La propia judicialización de la política que denuncian desde el Gobierno no es otra cosa que el fracaso de la política». Lástima que fue off the record, lo que le quita gran calidad al presunto textual.
Finalmente, y según dicen otros medios que no incluimos exhaustivamente en este análisis, parece que la Presidenta mandó a bajar el tono a la discusión promovida por Kunkel, por motivos que todavía no pudimos chequear.
La ley de medios
El jueves tuvo lugar un multitudinario acto promoviendo la puesta en marcha de la ley de medios. Tres de sus protagonistas no perdieron oportunidad para intentar marcar la agenda de la Corte, …sobre un tema que aún no llegó a su seno. Mariotto dijo, en un artículo de Página 12 -que luego fue actualizado y no lo volvimos a encontrar-, que la Corte «con independencia y sin ningún tipo de presión, tiene que darle una mirada». Ebe de Bonfini, en su habitual estilo, gritó «¡Exigimos que salga la ley!» (…) «¡Las Madres estamos hartas de esta Corte!». Una voz que nunca fue desautorizada por el gobierno, Bonafini dejó entrever lo que para algunos ya es una certeza: “Uno de los escasos méritos del kirchnerismo (haber nombrado una Corte Suprema prestigiosa y honesta) lo está perdiendo por exceso de sinceridad: se arrepintió de lo que hizo.”
Sin embargo, el domingo Mario Wainfeld en Página 12, volvió a la mesura y al análisis técnico del asunto, pero siguió dando letra a la Corte. Considera que ella «sí dispone a su alcance de herramientas para emitir una fuerte señal» (…) «Desde un ángulo técnico, son expedientes de sencilla resolución…», hablando de los dos casos que más interesan a Página, la ley de medios y el caso de los hijos de Noble. Wainfeld remata combinando la sencillez procesal con la complejidad política: «La solución, queda dicho, es sencilla. Rechazo clavado en los dos juicios, como marcan las primeras bolillas de Derecho Procesal I. El voltaje político es, en cambio, elevado, por estar implicada una de las corporaciones más poderosas de la Argentina. Hacer justicia, en esos casos simples desde lo técnico y arduos desde lo político, alumbraría un camino contra el abuso de la judicialización y de las chicanas». O sea, anticipan que cualquier decisión que tome la Corte en sus fallos será tomada como una decisión política.
La perlita prometida
El agitado martes 13 tuvo un evento que para nuestra agenda no puede pasar desapercibido. El acto de recordación del Día del Holocausto, organizado por la DAIA, tuvo como principal orador al presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti.
Nos llamó la atención que, de los tres diarios que cubrimos en este estudio, sólo Clarín levantó la noticia: Fuertes alegatos en el homenaje a las víctimas del Gueto de Varsovia. Seguro que Lorenzetti va a otros actos públicos, pero este en particular fue levantado -sólo- por Clarín en un día en que el propio diario planteó serios ataques a la Corte por parte del gobierno, tratando tal vez de contrarestar así la fuerza del ataque.
Pero lo que en realidad más nos llamó la atención es qué hacía Lorenzetti ahí. No por la envergadura del acto sino por el rol público que asumió, más propio de un funcionario político que de un funcionario judicial. Y Lorenzetti no es cualquier funcionario ni cualquier cortesano, sino que ostenta el más alto cargo que se pueda alcanzar en la justicia argentina. Tampoco ahorró consideraciones individuales, dice Clarín que Lorenzetti “se confesó conmovido por lo que había escuchado”. Se mostró como un individuo más que como parte de un cuerpo, como lo es la Corte.
Este episodio apenas reflejado en los medios, sin embargo nos deja pensando sobre el papel que la Corte Suprema quiere cumplir y cómo lo manifiesta públicamente a través de sus miembros.